Y tal como estaba previsto nos fuimos de vendimia. Después de todo no fuimos muchos los valientes pero, en cualquier caso, fue una actividad divertida, estimulante y entre amigos ¿qué más se puede pedir?
Tal como estaba previsto llegamos a las 10:00 a la Bodega y fuimos recibidos por Felipe Monje que, una vez más, llevó su papel de anfitrión más allá de lo que el mero deber le exigía, convirtiendo nuestra estancia en los viññedos y la bodega en una experiencia inolvidable. ¡Gracias Patrón!
Nada más llegar hicimos una visita a la finca y nos fuimos familiarizando con las diferentes variedades de uva y sus formas de cultivo. Igualmente pudimos constatar que los racimos ya nos esperaban listo p0ara rendir sus frutos a nuestra inexperta mano.
Tras las explicaciones y recomendaciones de Felipe, y una vez ya en «traje de faena», nos pusimos manos a la obra
Pero como la faena abre el apetito, no estaba de más hacer una parada para reponer fuerzas degustando el típico bocadillo de sardinas acompañado, como no podía ser de otra manera, de un estupendo Hollera de maceración carbónica. Todos en fila a buscar el bocadillo…
Y tras la vendimia, toca pisar la uva. Nuestra magra cosecha fue llevada al lagar y colocada en las cubas, donde la pisaríamos y donde no pudimos sustraernos a dejar testimonio gráfico del evento. Y, de nuevo, el desgaste de energía de la tarea se suple con un combustible de lujo: Monje Tradicional
Finalizado el pisado de la uva, llega el momento de pasar a actividades más reposadas. Iniciamos la bajada a la bodega donde disfrutaremos de la cata maridada de tapas y vinos: