Caminata en Las Cañadas: Arenas Negras

La cita fue en el Centro de Visitantes del Portillo las 4:30. De alli cruzamos la carretera y entramos en el Sendero 2 a Siete Cañadas por el que deberíamos discurrir un pequeño trecho. La tarde estaba despejada y la temperatura invitaba al ejercicio que íbamos a abordar.
Tras unos primeros metros cercanos a la carretera, atravesando una zona de panales de abejas, pudimos finalmente desnudarnos cerca de un panel informativo en el que se describía la zona.
El camino seguía discurriendo por una zona alta y despejada. Las vistas sobre el mar de nubes eran espectaculares.
Tomás nos ilustró como de costumbre sobre la flora del lugar y tuvimos la oportunidad de ver algún conejo que, como nosotros, iba desnudo. El camino ascendía suavemente aunque la altura dificultaba un poco la subida, sin embargo el ritmo fue bueno y en poco más de hora y media llegamos a la parte más alta del volcán que íbamos circundando.
Una vez en lo que era casi la cima, una parada para un breve refrigerio. Charla distendida y unas cuantas fotos.
Tras la breve parada se inicia el descenso que, ya claramente a la vista de la carretera, decidimos hacer vestidos. La pendiente es acusada y el suelo de gravilla obliga a prestar mucha atención y vigilar el equilibrio.
Una vez finalizado el camino tratamos de tomar una cerveza en alguno de los bares del parque pero lo avanzado de la hora, las 20:30, hace que estén todos cerrados. Solo queda despedirse e iniciar el regreso. De nuevo una tarde estupenda y una actividad en la mejor compañía. El anochecer de la cumbre además nos regala una despedida memorable.

Fin de semana en Teno Alto

El fin de semana resultó una experiencia única.  Iniciamos el ascenso hacia Teno Alto  desde Buenavista a través de una carretera estrecha y serpenteante que atraviesa un monte verde en el que la bruma se muestra siempre más o menos presente y, una vez sobrepasado el pequeño caserío de Los Bailaderos, nos encontramos con un paisaje extraordinario.  La vegetación es escasa y dominan las hierbas secas, altas y acostadas por el viento que modela también los pocos árboles.

Después de algunas revueltas buscando la casa según las indicaciones que su propietario, Antonio, describe en su WEB, llegamos finalmente. La construcción es de lo más elemental ya que se trata de unas viejas cuadras rehabilitadas. Los diferentes cubículos en los que se guardaba el ganado han sido remozados levemente y convertidos en dormitorios, cocina y baño en una singular disposición lineal que, si bien protegen del viento reinante, obligan a salir al exterior para pasar de uno a otro. Totalmente acorde a lo natural del entorno y de los ocupantes.

Esa primera tarde fuimos llegando los primeros poco a poco y empezando a disfrutar del fin de semana, del sol y de las magníficas vistas del mar y de la Gomera que se divisaban desde la casa lo mismo que seguimos haciendo los demás días. El tiempo se nos pasó entre aperitivos de categoría y relajadas charlas al sol.

También disfrutamos de interesantes caminatas que nos hicieron descubrir parajes insospechados, como el camino que une Teno Alto y La Palmita que, aunque no lo recorrimos en toda su extensión, discurre por zona húmeda y boscosa salpicada de terrenos cultivados cuyos difíciles accesos permiten adivinar la dureza de las condiciones de vida de los pobladores de este territorio.

Totalmente distinto fue el paisaje por el que caminamos desde la casa hacia el horizonte con la intención de asomarnos a los barrancos y acantilados que conforman la costa noroeste de la isla. La caminata tuvo premio y disfrutamos de un paisaje sorprendente y unas vistas espectaculares de la Punta de Teno y su faro.

Tras el regreso, y como no podía ser de otra manera, un almuerzo sustancioso y reconfortante en la barbacoa atendida por nuestro Maestro Asador. Esta comida fue la última de las muchas que se sucedieron, desayunos, almuerzos y cenas en las que de nuevo degustamos suculentos platos regados generosamente. El naturismo y la gastronomía disfrutados en los mejores lugares y en la mejor compañía.

En esta ocasión hubo incluso actividades extraordinarias, como la contemplación del cielo con telescopio que permitió, según cuentan los esforzados que madrugaron para asistir al magno evento, observar Júpiter en todo su esplendor y con excelente detalle. En definitiva, y como no podía ser de otra manera a la vista de lo ocurrido hasta ahora, una experiencia memorable, interesantes descubrimientos de la geografía de nuestra maravillosa isla y momentos divertidos y gratificantes que, sin duda, se repetirán.

Excursión a los Altos de Candelaria

Una nueva actividad de la asociación en la que poder combinar el ejercicio con la buena compañía y el disfrute de los maravillosos paisajes de nuestra isla de Tenerife.
La cita en el cruce entre las carreteras TF24 y TF523, la dorsal al Teide y la subida desde
Arafo respectivamente. De entrada la temperatura era de 15ºC cuando llegamos pero nuestro natural valeroso nos empujó a seguir con el plan. La zona bien lo merecía. En una zona cercana a la torre de vigilancia forestal dejamos los coches y nos hicimos la primera foto. La cámara apoyada en un capó dio como resultado la inclinación que se observa… pero salimos todos.
A continuación un ligero paseo adentrándonos en el monte en medio de charlas, fotos, comentarios… En el camino algunas perspectivas impresionantes
Tras el paseo llegamos a una zona desde la que se tenía visión a las dos vertientes del valle, el de Candelaria por un lado y el de Güimar por el otro. La bruma amenazaba con pasar de un lado a otro e impedirnos disfrutar de nuestra ligera indumentaria. No fue asi, gozamos de una temperatura ideal y de unas vistas inmejorables.
En esta improvisada «terraza» nos servimos el refrigerio que fue el almuerzo tras el cual seguimos un paseo por los alrededores, más y más fotos, ración de sol y charla… mucha charla.

Fin de semana en Villa Perenquén

Aunque no siempre logramos llevar a cabo las actividades programadas pues, entre otras cosas, el tiempo juega malas pasadas, esta vez todo salió bien y pudimos disfrutar de un amplio fin de semana (de viernes a domingo) en un conjunto de casas rurales inmerso en una gran finca de plataneras y a pocos metros del mar: Villa Perenquén, en la localidad sureña de Playa de Alcalá. No fuimos muchos (siempre hay problemas) pero creo que a todos nos quedó un magnífico recuerdo de la experiencia.
Llegamos el viernes por la tarde, nos distribuimos entre las casa y habilitamos la cocina de una de ellas como cocina principal. Luego tomamos unos aperitivos para cenar posteriormente un magnífico abadejo a la brasa preparado por Eddy (a los hombres les tocaron las labores culinarias). La realidad es que se nos unió el aperitivo, la cena y una larga charla que se mantuvo hasta el momento de irnos a la cama. Por la mañana, después de desayunar, nos fuimos algunos a hacer una pequeña excursión por la zona de Chirche.
Tomás y Suso se quedaron en las casas y Pedro llegó durante esa mañana. A la vuelta de la excursión Tomás nos tenía preparado un almuerzo a base de pollo que hizo la delicia de todos los comensales y por la tarde bajamos a la costa donde Miguel nos encontró una zona de baño en unas charcas naturales.
Después del baño una nueva cena suculenta, esta vez Miguel fue el artífice de un arroz con verduras memorable. La verdad es que el hecho de que fuera 100% vegetariano nos liberó un poco la conciencia por un fin de semana tan poco austero… de todos modos nadie dijo que tenía que ser un retiro ascético ¿no?
El domingo, después de un desayuno con fruta natural, champán y otras delicatessen fuimos a una nueva caminata por los altos de Alcalá en la zona que llaman del Jaral y enlaza con el «camino de la cumbre». Con una pendiente de más del 30% el desayuno hizo su trabajo para no dejarnos desfallecidos. Un ejercicio saludable en un entorno maravilloso, un descubrimiento para todos los que fuimos. Al volver Eddy volvió a agasajarnos con un plato de pollo al jengibre acompañado de pasta que dio lugar a una relajada y dilatada sobremesa. A media tarde recogida y foto oficial de la actividad. Como de costumbre unos días estupendos en buena compañía y para disfrute de la naturalidad en su máxima expresión.

Caminata por el Malpaís de Güimar

Un día más aprovechando nuestros magníficos paisajes y excepcional clima para disfrutar de una caminata nudista al aire libre. Salimos del barrio de El Socorro, en Güimar, dónde pudimos ver el lugar en que, según las crónicas, la Virgen de candelaria se apareció a los guanches en 1390. También visitamos la la Ermita en la que se venera la imagen de la Virgen del Socorro que es la advocación a la que está dedicada.
Continuando nuestros pasos por la costa nos internamos en el Malpaís y a medida que nos adentramos el paisaje va cambiando haciéndose más agreste, aflorando los suelos negros, escarpados, rotos y de aristas duras y cortantes, recordándonos el pasado volcánico de nuestra isla con realista crudeza.
El malpaís nos impresiona, nuestra filosofía de vida se siente particularmente conmovida en estos parajes desnudos donde la mano del hombre apenas ha podido dejar huella y en el que se conjugan el mar, el viento y la tierra reflejando que un día el fuego estuvo también presente modelando y dejando su huella.
Seguimos andando haciendo recuento de las singularidades de este paraje, de su condición de Reserva Natural Especial y de los elementos que lo hacen merecedor de protección.
Encontramos ejemplares de la Tabaiba dulce y de la Tabaiba amarga, espectaculares agregados de Cardón recrecidos y señoriales que desafían al viento y al tiempo. A medida que nos acercamos a las Morras del Corcho, al pié de la Montaña Grande, aparecen restos de antiguos bancales que demuestran que los antepasados tuvieron la valentía de enfrentarse a este agreste paisaje con intención de dominarle y arrancarle siquiera unos pocos frutos.
De vuelta a la linea de costa los niños, como no puede ser de otra manera, son el único bullicio capaz de apagar el silbar del viento y el romper de las olas en las rocas, sus risas, sus gritos nos recuerdan que en realidad estamos a unos pocos kilómetros de casa y no en un desierto remoto como podría parecer mirando alrededor.
La llegada al pequeño charco natural en el que nos bañamos y refrescamos es un paréntesis singular, aprovechamos para comer y descansar los pies que se han visto castigados por las irregularidades del suelo.
La continuación del camino nos hace cruzarnos con algunos pescadores para los cuales nuestra desnudez será, probablemente, más importante que su pesca a la hora de comentar la jornada.
La excursión finaliza en el Puertito de Güimar donde damos cuenta de una cantidad no despreciable de cervezas para recuperar el líquido y la fineza de las gargantas que el polvo y la sequedad del camino nos habían hecho perder.